Juan Fernando Do. — la voz invisible de Mar del Plata
Testimonio recogido junto a la Fábrica de Pastas San Diego


PORTSFISH.AGENCY.- Juan Fernando Z., nacido en Buenos Aires pero radicado en Mar del Plata desde 1989, vive con su esposa —también no vidente— y su hijo de 18 años. Su historia es la de miles de argentinos que, a pesar de las adversidades, siguen luchando por un lugar digno en una sociedad que con frecuencia los deja al margen.

Ciego desde el nacimiento por un error médico en una incubadora, Fernando explica sin rencor, pero con claridad:

“Fue una impericia médica. Yo hubiera visto normalmente. Pero cuando los médicos se mandan canas, está el problema.”

Trabajó durante un tiempo en la Municipalidad de la Costa, atendiendo computadoras. Sin embargo, su paso por el empleo formal fue breve. “Me cesantearon porque reclamé estar en blanco”, relata. Inició una demanda judicial, pero como él mismo dice, “cuando hay poder de por medio, las cosas se traban”.

Actualmente no recibe ayuda del municipio de Mar del Plata. Apenas cuenta con una asistencia mínima de nivel nacional. Aun así, cada día se lo puede encontrar cerca de la Fábrica de Pastas San Diego, donde conversa con quienes se acercan, con la esperanza de conseguir trabajo o alguna colaboración.


🌍 Una mirada lúcida sobre el mundo

Aunque no puede ver con los ojos, Fernando observa con una lucidez que atraviesa la oscuridad. Al hablar de la situación mundial, su tono se vuelve grave:

“Mueren millones por hambre y enfermedades evitables. Detrás de eso hay un negocio. Los gobiernos se quedan con la riqueza de los países. Nosotros acá vamos camino a eso: a reducir la población.”

Su diagnóstico social es tan certero como desolador. Habla de la automatización, del control de las masas, y de un futuro que, según él, “pinta negro”.

“Se pierde el trabajo, se pierde la humanidad. La gente se vuelve más fría, más egoísta. El capitalismo y el consumismo nos hacen eso.”


💔 La esperanza herida, pero no muerta

Aun así, entre palabras duras se filtra la semilla de la esperanza. “Todo puede cambiar si ponemos buena voluntad y nos unimos entre todos”, dice, aunque de inmediato matiza con realismo:

“Yo hablo según lo que voy viendo. No te puedo tapar el sol con la mano. Las cosas no están bien, y decir lo contrario sería mentir.”

Le preguntamos qué haría falta para mejorar el mundo. Su respuesta es simple, pero profunda:

“La gente debería tener más compasión. Cambiar los corazones. Hay que volver a lo humano.”


🕊️ Un mensaje final

Antes de despedirse, Fernando deja un mensaje que debería resonar en todos nosotros:

“No, no tengo mucho para decir. El que quiera pasar, puede pasar. Estoy siempre ahí, en la Fábrica de Pastas San Diego.”

No pide caridad, pide presencia humana. Su testimonio es un espejo de la Argentina invisible, donde la dignidad se sostiene no con recursos, sino con coraje.

Fernando no ve el mundo, pero lo entiende mejor que muchos que lo miran sin comprenderlo.

📩 Contacto Institucional

By RG

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