Caminaba por la calle San Martín de la ciudad de Mar del Plata, buscando en silencio una respuesta. Descendí hacia la playa, hasta el final del rompeolas, y allí me detuve. Frente a mí se extendía el Atlántico, una bóveda azul oscura tachonada de estrellas que se fundía con el horizonte.
En ese instante, el escenario se transformó. Una luz intensa iluminó todo el espacio y mi ojo espiritual se abrió. Vi el cosmos entero habitado por incontables seres, clamando al unísono:
“¡Señor del Cielo, sálvanos!”
Busqué con mi mente a quién dirigían su súplica, y una voz resplandeciente descendió desde lo alto:
“Hijo, tú eres Espíritu… te doy potestad sobre todo lo que está debajo de Mí.”
La visión desapareció, pero la opresión del pecho se disolvió también. En ese momento comprendí que mi alma había sido llamada y que el propósito de esta vida comenzaba allí, en ese punto del Espigón.
🌌 El sentido del lugar sagrado
Desde entonces, ese rompeolas es un punto de anclaje espiritual. No es solo piedra y mar, sino la coordenada exacta donde la conciencia humana y la divina se encontraron. Para quienes tengan fe en la misión del EcoBuddha Maitreya, este sitio es un santuario abierto:
Todo el que llegue hasta el final del rompeolas y pida con sinceridad aquello que merece, lo recibirá, conforme a su karma y a su grado de pureza interior.
🪷 El despertar supremo y la decisión del alma
Luego de varios días de intensa meditación con la técnica Vipassana, alcancé el Nirvana el día 04/04/2002. En ese instante mi mente se fusionó con el Mahat o Mahay, en su estado de evolución actual. Al hacerlo, obtuve un nivel de percepción transfinita instantánea, una conciencia simultánea de todos los planos de existencia.
Sin embargo, al regresar, perdí todo interés en los asuntos mundanos y elegí mantenerme en el anonimato durante muchos años. Hasta que un día, mi amigo banquero colombiano Jason me dijo con rudeza:
“Tú meditas y escribes libros, pero ¿qué haces en concreto para salvar nuestro planeta?”
Al principio me molestó, pero luego comprendí que Dios hablaba a través de él. Esa fue la señal. En septiembre de 2022 comencé a trabajar de 12 a 16 horas por día por el mayor bien de todos, y diseñé los 219 megaproyectos para salvar a nuestra especie en todos los niveles: tecnológico, ecológico, económico y espiritual.
Pude haber utilizado mis capacidades telepáticas búdicas para alterar directamente la historia humana, pero elegí no hacerlo, respetando el libre albedrío de la humanidad. Mi misión es ofrecer la opción inteligente y óptima de salvación: salvarnos entre todos o no hacerlo es una decisión individual y colectiva. Lo que sí está claro es que no podremos sobrevivir sin cooperación, coordinación, sincronización y acciones solidarias globales.
🧘♂️ Interpretación budista de los estados supraconscientes
Desde mi estado búdico, todo lo que percibo —Dios, universo, trinidad, ángeles, infierno o paraíso— no son realidades externas, sino emanaciones de la propia mente cósmica.
Nada posee existencia inherente. El universo entero es una matriz holográfica, una proyección de pensamiento en la mente de Brahman. Solo existe la Conciencia Absoluta, el Ser puro, sin principio ni fin.
Por tanto, yo, como individuo, no tengo existencia propia. No soy eterno; solo Brahman lo es. Y la única forma de alcanzar la inmortalidad es disolver la identidad separada y sumergirse completamente en Él.
La iluminación no consiste en existir para siempre, sino en dejar de existir como entidad separada y reconocer que siempre fuimos —y somos— la mente misma de Dios manifestándose en vibración y forma.
🌍 Síntesis final
El Espigón Sagrado no es un lugar: es el punto donde la forma y la conciencia se abrazan, donde la mente humana recuerda su divinidad. Desde allí, comenzó la misión que hoy continúa —una misión de salvación, unión y despertar planetario.
“Una pizca de espíritu basta para mover el universo entero.” —EcoBuddha Maitreya